martes, junio 20, 2006

Un día más, un dolor de cabeza más

Bueno, empezaré el post de hoy con una buena noticia:

Ricci ha vuelto. Y ahora la tenéis linkada en la zona de "Hall of fame", os la recomiendo.

Sigo con una noticia friki:

El sábado encontré en casa de mis padres una antigüa tarjeta de sonido, una que usé poco tiempo desgraciadamente (por cambio completo de ordenador) pero que en su época marcaba la diferencia: Una Aureal Vortex 2. Mi preciosa.

Yo llevaba meses pensando en ponerle una nueva tarjeta de sonido a mi ordenador y pensaréis ¿es que no tenía una? SI, la tenía. ¿No era buena? SI, era bastante buena. ¿Y esa tarjeta vieja es mejor que la que tenía? NO estoy nada seguro de eso. Entonces ¿Porque cambiarla? Bueno por dos razones:
- Porque puedo, lo cual demuestra que el frikismo tecnológico lo llevo en el alma.
- Porque:

Según me siento en el ordenador de casa lo primero que hago es ponerme los cascos, aunque no escuche música. Y ahí está el problema. La tarjeta de sonido que tengo está integrada en la placa base, es bastante buena pero tiene un problema: cuando muevo el ratón o uso intensamente alguno de los (3) discos duros oigo ruiditos, los bits pasando por los buses. No lo digo de coña, claro que no soy capaz de distinguir los bits indivualmente (tendría la tentación de ponerles nombres... este es unito, este es cerito regordete, este unito rubio....) pero oigo ruido de tranferencia de datos, supongo que por algún tipo de acoplamiento entre los componentes digitales y los analógicos (necesarios para 'crear' el sonido).

Bueno pues este ruidito me molesta bastante, asi que casi siempre acabo poniendome música, mala solución si me duele la cabeza.

Bueno pues ni corto ni perezoso el domingo abrí el ordenador, pinché mi vieja tarjeta de sonido y lo encendí. Recordé algunas cosas como ir a la BIOS y desactivar la tarjeta de sonido integrada y al arrancar: ¡SORPRESA! WindowsXP la reconoció al instante, instaló los drivers y la dejó preparada para usar ¡SIN REINICIAR! Ahora tengo tarjeta de sonido nueva (y suena d.p.m).

Y ahora la mala noticia: mi jefe sigue pensando que soy gilipollas. Yo sólo me tacho de ser un buenazo y un ingenuo pero él insiste, por sus acciones en tratarme de gilipollas. Una hora y media de reunión con él sirvió para que, según su punto de vista, disculparse por no haberme informado de ciertos temas (y echarme la culpa porque podría haber preguntado yo) y para decirme que no me sube el sueldo por razones muy poco satisfatorias. Total que de la reunión lo que saqué en claro no fue positivo: un fuerte dolor de cabeza (paracetamol + ibuprofeno), sensaciones certificadas y que mi jefe tiene actitudes que me parecen infantiles (cambios de argumentación poco lógicos , utilización del grito y de la fuerza física -contra la mesa- para afianzar los débiles segundos argumentos, y utilizarse de ejemplo comparativo para excusarse).

Conclusión: nunca fiarse del jefe, nunca ser un buenazo y ponerles entre la espada y la pared siempre que se quiera algo. Tendré que replantearme mis actitud personal en el aspecto profesional.

El Otro

4 comentarios:

Azena dijo...

mal de muchos, consuelo de...
mis jefes también piensan que soy gilipollas

enhorabuena por tus habilidades tecnológicas (aunque nunca dudé de ellas)

y bravo por la ricci ;-)

Akhram dijo...

Te pondré aquí dos frases que recuerdo que se solían decir por allí y que, por algún motivo, me han venido a la cabeza:

-Este tio es gilipollas.
-Hazlo tu, no te jode!

*Laura* dijo...

Así estoy yo hoy,con un dolor de cabeza mu serio, pero creo que es de uan gripe que me acecha.

isterica dijo...

Yo es que como tengo mala leche, esa conversación hubiera sido más bien una disputa. En la que hubiera ganado el jefe, por supuesto.
Yo tiro más por el alcohol para matar las penas. Tu solución con la tarjeta es mucho más sana.