viernes, julio 02, 2010

Pequeña indulgencia

Lo malo de las dietas es que uno concentra toda su fuerza, sobre todo la de voluntad, en seguir la dieta. Yo no soy especialmente exigente con la comida y la bebida, tengo la desgracia de que me gusta toda }:-) por ello las dietas tienen parte mala (se pasa hambre) y su parte buena (agudiza el ingenio, a lo largo de las generaciones de iteraciones de dietas he desarrollado una gama de salsas y combinaciones de sabores que casi han dado la vuelta al mundo).

Pero sin embargos si soy un tanto sibarita, no bebo prácticamente pero tengo una botella de Ardbeg 10, cuando hago sushi elijo cuidadosamente la pieza de salmón y alguno de mis lectores puede recordar la cata de aceites y sales que organicé hace unos meses.

Una vez hecha la introducción, estando en estado de dieta no debería darme a los sibaritismos, pero pequeños tropezones se corrigen con un rato más de gimnasio así que las fuerzas de la naturaleza se han aliado ¿conmigo o contra mí? hoy.

En la oficina tenemos tres máquinas de 'café' (si a eso se le puede llamar café). Normalmente tomo chocolate (15cl, o sea un sorbo), de dos de ellas, la tercera parece que lava calcetines. De las dos 'decentes' hoy una no funcionaba y haciendo cola en la otra llega uno corriendo y dice 'no tiene leche'. Pues vaya. Dos opciones bajar a la planta de abajo o salir fuera.

Miro por la ventana y el gris plomizo del cielo está descargando pesadas gotas de lluvia. No me amedrento y decido salir al Starbucks.

En el Starbucks normalmente tomo Mocca Blanco descafeinado, pero no puedo dejar de pensar que lo que más me gusta es la nata que lleva, el blanco depósito de calorías así que paseo la vista por la oferta de bebidas y súbitamente me asalta, sin previo aviso, el recuerdo del Chai Latte. El Chai lo puedes pedir de 'sobre' o la mezcla que preparan todos los días, a granel. Con leche. Buenísimo.

Lo que tenía pinta de convertirse en una ruptura en toda regla de la dieta pasa a ser un té con leche. Pero me tienta un bollo de extraño aspecto: la descripción dice que es una roquilla de chocolate (Donut está registrado), pero no lo parece, en realidad es una especie de extrusión de rosquilla, cubierta de azúcar. Afortunadamente mi atención se centra en el Chai y vuelvo a la oficina, mojándome, tomando una agradable bebida, con las puntas de las zapatillas mojadas y dispuesto a comerme el mundo (o los varios mails de índole escabrosa que tengo pendientes).

Hasta la próxima indulgencia y la dieta se apiade de mí.

El Otro

3 comentarios:

prometeo dijo...

Es curioso lo que me ocurre a mí con el Starbucks. No me gusta su café, siempre me sabe a leche aunque lo pida solo, sin embargo, cuando voy a Madrid uno de mis mayores placeres es tomarme un café en el Starbuks de Paseo del Prado y mirar la acuarela de personas y personajes a través de los grandes ventanales.

http://estarlocosoloporloco.blogspot.com/

Juan dijo...

Bueno, a mi el café de Starbucks me gusta, y en Londres lo aprovechaba para leer. Pero para buen café un Hawaiian Kona Fancy o un Jamaica Blue Mountain.

El Otro

Juan dijo...

Creo que esta noche ha habido otra indulgencia, pero al menos he estado 1 hora en el gimansio...

El Otro